Tú hijo tiene un único modo de aprender
Hasta no hace mucho parecía complejo asimilar que si todos los seres humanos teníamos el mismo antepasado de la zona este de África, ¿cómo podía ser que cada uno de nosotros tuviera un cerebro único e irrepetible?.
Probablemente hubiera alcanzado con volver la mirada a la evolución, al desarrollo evolutivo y gradual del cerebro, y a la influencia de factores genéticos y ambientales para obtener una respuesta. El contexto y el desarrollo celular de un individuo determinan gran parte de la estructura y el funcionamiento del cerebro, mucho más que la información genética. De hecho, no hay dos cerebros iguales ni siquiera en gemelos.
Sin embargo, la certeza de que el cerebro humano es único e irrepetible aún tarda en llegar a ámbitos como la educación.
Se sigue pensando que todos los niños tienen que aprender de la misma forma a edades similares, sin embargo, el cerebro es un órgano interactivo en todas sus formas, separado por compartimentos que se encargan de trabajar en cada parte un tipo diferente de aprendizaje.
Un niño que descubre la música, el dibujo o la pintura, y logra por unos instantes ser uno con su obra, no es menos inteligente que un niño que es un crack en matemáticas. Su genialidad se proyectará en otras áreas, como poder entrenar fácilmente el pensamiento divergente, encontrando respuestas y soluciones de manera no ortodoxa; será capaz de desarrollar con más facilidad estrategias propias para automotivarse ante tareas que exigen cierta perseverancia, o bien encontrando lo novedoso en las tareas que le aburren.
Ser creativo, por lo tanto, en ningún caso es un déficit.
Tampoco lo es "estar en la luna" un rato, relajados sin hacer nada, porque tal como demuestran las imágenes del cerebro a tiempo real, el estado de relajación creativo es cuando el cerebro más trabaja y gasta más energía. Si tu hijo permanece unos minutos dibujando ensimismado, justo el día anterior a un examen no está distraído de sus obligaciones, está más centrado en sus fortalezas, y lo único que tiene que aprender es a llevar ese estado a lo que no le gusta tanto o le cuesta. Su cerebro está increíblemente activo y con unas pocas estrategias que le enseñes, estaría preparándose para estudiar después.
Algunas estrategias que puedes emplear con tu hijo antes de estudiar son:
Bailes a primera hora de la mañana.
Realizar una actividad creativa antes de estudiar.
Media hora de trabajo físico medianamente intenso como correr.
Jugar con las palmas de las manos a un ritmo cada vez más rápido.
Brindarle un instrumento de percusión.
También es efectivo enseñarle la importancia de postergar un un impulso o un deseo para poder reflexionar, así como enseñarle a desarrollar un plan de tareas. Puedes empezar incorporando estos aspectos de manera continuada, y también:
Enseñarle a esperar unos instantes antes de hacer lo que se desea, hasta que el impulso pase.
Concentrarse solo en una tarea cada vez para aprender a evitar distracciones.
Mantener una actividad con planes breves de trabajo continuado.
Demostrarle que ya sabe mucho del tema que va a estudiar, preguntándole qué conoce y convenciéndolo de que aquello que ya sabe lo puede aprovechar.
Ayudarle a detectar cómo se siente cuando estudia, qué piensa sobre sí mismo cuando logra aprender algo, o cuando no lo logra.
Tomado del libro: Neuroeducación para padres de Nora Rodríguez.