Mi hijo está preparado para leer?
La alfabetización no es fácil. Requiere que los niños decodifiquen formas en sonidos y palabras, que recuerden estas palabras correctamente en forma escrita y oral, y que entiendan su significado. Permitir que la lectura se desarrolle de forma natural o enseñarla más tarde tiende a crear lectores ávidos y para toda la vida. ¿Por qué?
Los niños a los que se presiona para que aprendan a leer demasiado pronto (no aquellos que aprenden solos) tienden a utilizar el hemisferio derecho en el proceso porque este hemisferio madura antes que el izquierdo. Es probable que estos primeros lectores adivinen estos términos, usando el contexto, las letras iniciales y finales. Sus tácticas de mano memorizan palabras a primera vista. Estos son métodos valiosos, pero no es un enfoque adecuado para la lectura. Esos niños pueden alejarse rápidamente de los pasajes de lectura o leer sin problemas, pero tienen dificultades para entender el significado de lo que leen. El procedimiento que utilizan para decodificar palabras puede dificultar la comprensión del contenido. Y estos problemas de lectura pueden persistir hasta la edad adulta.
Educando amantes de la lectura
Para que los niños lean, escriban y deletreen, deben estar maduros para ello. Algunos están listos a la edad de cinco años, algunos lo van a estar años más tarde. Esta preparación incluye vías neurológicas complejas y conciencia kinestésica. Incluye el sentido propioceptivo desarrollado a través de receptores sensoriales en los músculos, articulaciones y tendones: una forma de maduración esencial para un sentido físico del yo (incluso esencial para aprender a modular la voz y para sostener los objetos con cuidado).
Tal preparación es el resultado de la maduración cerebral y de las experiencias enriquecedoras que se encuentran en la sensación y el movimiento corporal.
Estas experiencias ocurren cuando los niños juegan y trabajan, particularmente de maneras que crucen la línea media. Incluyen movimientos expansivos como escalar, saltar, cavar, nadar, jugar a la rayuela y atrapar, andar en bicicleta, barrer, correr. También incluyen movimientos finos como cortar verduras, dibujar, construir, juegos de dedos y palmas, usar tijeras y jugar en la arena. Y, por supuesto, está el crecimiento esencial que proviene de acurrucarse, escuchar historias, observar libros con imágenes, cantar, probar nuevos sabores, disfrutar jugando. Los niños se sienten atraídos por tales experiencias. Sin ellos, no tendrán una base sólida para el aprendizaje.
Estas actividades estimulan el cerebro del niñ@ para desarrollar nuevos circuitos neuronales. Dichas actividades también generan confianza, un procesamiento sensorial fluido y crean un banco de experiencia directa que ayuda al niño a visualizar conceptos abstractos.
Hay muchos otros factores que contribuyen a la preparación para la lectura; quizás lo más importante es una vida familiar de apoyo donde el juego, la lectura y la conversación sean una parte agradable de cada día. Pero ayuda recordar que los niños pequeños quieren participar en el trabajo intencional de hacer las comidas, arreglar lo que está roto y plantar el jardín. También necesitan tiempo libre sin el entretenimiento integrado de juguetes fabricados, televisión o videojuegos. Su desarrollo está orientado al movimiento. Estas experiencias corporales preparan a los niños para la magia que se encuentra cuando las formas se convierten en palabras, las palabras se convierten en historias y se convierten en lectores.
Tomado de: terramater.es