Trastornos del aprendizaje en el TDAH
Los niños con TDAH frecuentemente presentan dificultades en el aprendizaje, bien sea por las características propias del TDAH (inatención, escaso control de impulsos, falta de organización y motivación); o como consecuencia directa de determinados trastornos del aprendizaje que pueden afectar específicamente a las áreas de la lectura, la ortografía, la expresión escrita, las matemáticas o el lenguaje oral. Cerca de la mitad de los alumnos con TDAH también presentarán algunos de estos problemas, por lo que resulta de fundamental importancia que los profesionales de la educación y la sanidad puedan detectarlos a tiempo; ya que el riesgo de abandono de los estudios y la repercusión emocional en estos casos suele ser alta.
¿Cómo afecta el propio TDAH al aprendizaje?
Imaginemos por un momento que fuéramos incapaces de “filtrar” toda la información y los estímulos que nos llegan de nuestro alrededor; y que además tuviésemos serias dificultades a la hora de mantener nuestro foco de atención y de establecer prioridades, de planificar y organizar bien el tiempo, o de aprender de la experiencia y anticipar las consecuencias de nuestros actos. Pues esto es precisamente lo que les ocurre a las personas con TDAH.
Sus mentes caóticas, volátiles e incansables no les dejan centrarse en las tareas y ver con claridad sus metas para ir a por ellas, por lo que pierden fácilmente la motivación necesaria para mantener el rumbo y alcanzar sus objetivos.
Y cuando les llega la información, se pierden en detalles irrelevantes y no captan ni retienen la idea principal (porque son incapaces de seleccionar las cosas importantes a las que deben atender); o en los exámenes distribuyen mal el tiempo y se van por la tangente sin responder a lo que verdaderamente se les pregunta. Cometen fallos tontos porque no se fijan en los detalles y entregan los trabajos a toda prisa sin haberlos revisado previamente. Y al ser incapaces de mantener la atención en una tarea que carece de interés para ellos, difícilmente pueden aprender, integrar y almacenar los conceptos trabajados en clase. Esta falta de “control de calidad”, sumada a la “incapacidad de mantenerse en el esfuerzo” y a una “selección inadecuada de la información relevante”, hace que los chicos con TDAH rindan en los estudios por debajo de sus posibilidades.
¿Cuáles son los principales trastornos del aprendizaje que pueden acompañar el TDAH?
Entre los trastornos del aprendizaje que pueden asociarse al TDAH, estos son los más frecuentes:
la dislexia (o trastorno del aprendizaje de la lectoescritura).
la discalculia (o trastorno del aprendizaje de las matemáticas).
los trastornos del desarrollo del lenguaje (TDL).
el trastorno del aprendizaje no verbal (TANV).
¿Qué sucede con los aprendizajes cuando el niño tiene TDAH y dislexia?
La dislexia es un trastorno en el cual niños y niñas con un nivel de inteligencia, motivación y escolarización normales, les cuesta aprender a leer de forma fluida como el resto de los chicos de su edad.
El primer paso para aprender a leer, pasa por ser capaces de decodificar las palabras en los elementos que las componen. Primero se aprenden las letras del abecedario y a continuación la asociación entre el sonido y cada una de las grafías que lo componen (correspondencia grafema-fonema). De esta manera el niño aprende a fragmentar las palabras en los sonidos individuales que las componen, a combinar dos sonidos (uno consonántico y otro vocálico, o dos sonidos consonánticos entre sí), y a reconocer que determinadas grafías pueden sonar de forma diferente en función de con qué otras se combinen (como las letras compuestas ch, ll y rr). Y esta capacidad para captar que las palabras están compuestas por unidades más pequeñas o fonemas se denomina “conciencia fonológica”, y es imprescindible que se automatice y afiance en la etapa inicial del aprendizaje de la lectura.
Sin embargo, la fluidez lectora se consigue gracias a que nuestro cerebro aprende a identificar la palabra por su representación gráfica global, cuando se trata de una palabra leída en varias ocasiones (sin necesidad del análisis detallado letra a letra). Es la llamada “ruta léxica” y para llegar a ella (en torno a los 8 años de vida), es imprescindible haber desarrollado y automatizado correctamente la “ruta fonológica”.
Esta es la razón por la cual el niño disléxico lee de una forma costosa, lenta, entrecortada, con pausas, errores y rectificaciones que alteran su velocidad y mecánica lectora. Porque tiene dificultades bien a la hora de llevar a cabo la fragmentación fonémica de las palabras (dividir las palabras en los sonidos que las componen), o bien a la hora de reconocer la representación gráfica de las mismas.
Ahora bien, cuando a la dislexia se le suma el TDAH, la escasa memoria de trabajo del niño hace que al llegar al final del párrafo se haya olvidado del significado de las primeras palabras que leyó (no retiene la información y por tanto le es difícil comprender lo que lee); y su escasa automonitorización además puede llevarle a no comprobar si una palabra encaja o no en una frase determinada. Imaginaos ahora por un segundo si a estas dificultades propias del TDAH le sumamos las de la dislexia ya analizadas. Lo que sucederá es que el niño tendrá que invertir tal cantidad de tiempo, esfuerzo y energía en las tareas de decodificación, descifrado, identificación de las palabras individuales y comprensión del texto, que no podrá mantener el nivel de esfuerzo y acabará perdiendo el interés.
¿Qué sucede con los aprendizajes cuando el niño tiene TDAH y discalculia?
Si bien los problemas del cálculo mental son bastante universales en los niños con TDAH, muchos de ellos además pueden presentar dificultades específicas en el área de matemáticas. Es lo que se conoce con el nombre de discalculia.
Los niños con este tipo de problemas tienen dificultades importantes a la hora de clasificar los tamaños relativos, de entender el concepto de número y el proceso subyacente a las operaciones matemáticas. Es decir, son niños que tienen marcadas dificultades en realizar procedimientos de cálculo y en crear estrategias para resolver los problemas matemáticos.
Ahora bien, para dominar las matemáticas es condición indispensable saber organizarse y tener una buena memoria de trabajo. Es decir, el niño tendrá que ser capaz de retener la información indispensable para resolver el problema, mantener el foco de atención durante todo el proceso, detectar y corregir los errores para finalmente resolver con éxito el ejercicio que se le presenta. Por tanto cuando al TDAH se le suma una discalculia, además de todas estas dificultades, existirán las propias de entender el tamaño relativo de las figuras, aprenderse las tablas de multiplicar, recordar las secuencias de dígitos, comprender el significado de los signos matemáticos, dominar las fracciones y entender los conceptos de las matemáticas avanzadas. Con todo esto no es de extrañar que las matemáticas sean un hueso duro de roer para estos chicos.
¿Cómo se puede ayudar a los niños con TDAH que además asocian trastornos del aprendizaje escolar?
Como norma general el primer paso para ayudar a una persona a superar una dificultad es tener muy claro donde está el problema, crear una estrategia y actuar en consecuencia.
El abordaje terapéutico dependerá en gran medida del tipo de trastorno del aprendizaje que presente el niño. Pero a grandes rasgos debería incluir una serie de adecuaciones curriculares metodológicas, un trabajo de reeducación específica, y en caso necesario, una intervención psicológica que permita un adecuado manejo de las conductas inadecuadas propias del TDAH, la baja autoestima y los problemas emocionales secundarios que puedan coexistir.
La información del niño y de su entorno (padres y profesores) acerca del trastorno que padece es de fundamental importancia, puesto que les permitirá comprender que sus dificultades no son fruto de una falta de esfuerzo, de motivación o de inteligencia; disminuyendo así el sentimiento de culpabilidad del niño y su familia.
Y finalmente el abordaje farmacológico del propio TDAH en muchos casos se vuelve indispensable, puesto que si bien el ambiente puede influir en su curso, no deja de ser un problema médico cuya causa reside en una disfunción de la química cerebral. Y en muchas ocasiones si no se introduce la medicación el resto de las medidas pueden no ser suficientes. Porque “para enseñarle algo a un niño, primero hay que poder llegar a él”.
Tomado de: tdahytu.es